Esta es una entrega de la newsletter semanal de México, que puede seguirse gratuitamente en este enlaceSi se tratara de una Monarquía, al presidente estadounidense habría que recordarle en la historia como Donald Trump I, el Veleidoso. La inconstancia del mandatario, que todavía no se sabe si responde a caprichos, (ya saben, que si no le llega suficiente chorro en el baño, que si necesita pajitas de plástico para sorber el refresco) o a estrategias políticas de calado para ganar la partida al resto de países, tiene a México día y noche pensando qué se le ocurrirá mañana. Solíamos contar que un día amanecía con amenazas hacia el tomate y otro renovaba el conflicto en la frontera por las aguas de riego. Hoy, que es un nuevo mañana, le ha tocado al gusano barrenador, una plaga que sube desde Centroamérica y está afectando al ganado. El bicho lleva desde el año pasado dando lata en los rebaños del sur mexicano, poniendo a prueba la capacidad de detección y detención de las autoridades sanitarias. El peligro de miasis, que puede ser mortal para las vacas, también lo es para la economía, naturalmente. Estados Unidos ya cerró las importaciones de reses a finales de noviembre del año pasado, cuando se detectó un caso en Chiapas. Fue algo temporal, la relación comercial se retomó en febrero. Pero este mismo sábado, la secretaria de Agricultura estadounidense, Brooke Rollins, advirtió en una carta a México de que si no intensifican la lucha contra la maldita larva, volverán a clausurar las importaciones. La cuestión es que un intercambio entre dos Gobiernos a este respecto sería en cualquier fecha algo completamente normal. Es lógico que se proteja la agricultura interna ante una amenaza así al otro lado de la frontera. Pero El Veleidoso ha revuelto tanto las aguas, metido tanto el dedo en el ojo de todo el planeta, que ahora cualquier cosa coloniza la piel política como un gusano barrenador, eso. En las declaraciones de Rollins se observa claramente que hay mar de fondo: “México debe eliminar las restricciones a las aeronaves del Departamento de Agricultura [estadounidense que liberan moscas estériles] y eximir de los aranceles aduaneros al equipo de erradicación. Estas barreras perjudican gravemente nuestra respuesta conjunta”, ha amenazado. Y también en las de Julio Berdegué, su homólogo mexicano: “He contestado puntualmente la carta […] sobre el tema del gusano barrenador del ganado. Como ha dicho nuestra presidenta Claudia Sheinbaum, actuamos con la cabeza fría, colaboramos, cooperamos, pero nunca nos subordinamos”. Aranceles, cabeza fría, no subordinación. ¿Les suena? Son algunas de las palabras más repetidas en los últimos meses en México. El gusano barrenador, como el tomate, no se ha librado de la pelea comercial entre ambos países y el ciudadano ya no sabe si el riesgo de la plaga ha aumentado o solo se están midiendo en un pulso a ver a quién se le redondea más el músculo. México y Estados Unidos son vecinos y como tales han tejido redes sociales, económicas y culturales durante toda su historia. Eso no va a cambiar por más poder que exhiba un presidente y el ejemplo es la propia migración. Están condenados a entenderse, si no mucho, al menos un poco. En estos años que se avecinan tormentosos, además de negociar con responsabilidad la parte del león, es decir, los dichosos aranceles, y de tratar entre todos de frenar el narcotráfico y la violencia, deberían mostrar enorme cautela en no contaminar todo lo demás. El gusano barrenador también afecta a perros, gatos, ovejas, cabras, caballos y cerdos. Si El Veleidoso dice que los migrantes se comen a los perros y los gatos, ¿qué se le puede ocurrir con un gusano barrenador? Atentos a mañana.

Aranceles: Trump y el gusano barrenador | Opinión
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