El olor es la primera señal de que en este sitio se practica un culto desmesurado a la piel. Estamos en los talleres de Loewe, en Getafe, a casi 15 kilómetros de Madrid. Aquí se fabrican algunos de los bolsos más deseados del mundo. Y hoy se está horneando un bolso que se llama Madrid, el último diseñado por Jonathan Anderson, que dejó la dirección artística de la casa el pasado marzo.Las pieles, provenientes de Galicia, Ubrique e Igualada, no solo huelen, casi hablan cuando se las toca. Si nunca ha escuchado el concepto “tacto Loewe”, estamos en el lugar correcto para descifrarlo. Las pieles cuelgan de unos ganchos en piezas enormes, de todas las texturas y densidades posibles —hay 2.500 referencias permanentes y se trabaja con 800 colores—, los artesanos hablan de ellas en tercera persona: “Si sabes escuchar, la piel te dirá todo lo que hay que saber”. “Ella [la piel] va pidiendo… Se refieren a su destino final, en qué diseño brillarían o en cuál perderían algo de brío”. Pero el don de entender el idioma de la piel está reservado a algunos seres sensibles, y en esta fábrica hay varios. Acostumbrados durante años a tocar y cortar sin violentar la naturaleza de la materia prima.Un muestrario de pieles de Loewe. Yago Castromil Cedida por Loewe)La delicada relación de la casa con sus pieles es, en opinión de Pascale Lepoivre, CEO de la marca, lo que hace único un bolso de Loewe. “Nuestros artesanos son expertos en conseguir el equilibrio entre la piel —su tacto firme o fluido, su brillo y su grano— y la forma del bolso, que puede ser más o menos estructurada. A diferencia de otras marcas, no siempre elegimos entre una amplia gama de pieles para desarrollar un nuevo bolso, sino que, junto al diseño de cada modelo, investigamos y desarrollamos pieles nuevas y singulares. Lo que apasiona a nuestros expertos es conseguir que un bolso suave y ligero pueda durar toda la vida”.Paco Guzmán, formador de los nuevos artesanos de la escuela de Loewe.Yago Castromil Cedida por Loewe)Muy cerca está el muro de las pieles, una especie de santuario donde los diseñadores vienen a escoger la materia prima. Las generaciones más jóvenes se fían más de lo digital y el 3D, pero los veteranos necesitan ver y tocar para entender cómo incorporar el material al bolso. “Somos como santo Tomás”, dirá alguno.Para el bolso Madrid se ha desarrollado una piel de ternera de tacto robusto, un brillo excepcional y un toque satinado. “Permite componer unos paneles frontales impecables y suaves y unos refuerzos laterales con generosos pliegues”, explica Lepoivre. Cuando una mete la mano en el bolso Madrid —que se fabrica en tres tamaños y cuyo precio empieza en 4.000 euros—, de repente lo entiende todo. El interior, revestido en piel de cordero, es suave, la temperatura es perfecta. Es exactamente como uno imaginaría un entorno opulento. Los artesanos lo saben.Las diferentes piezas del bolso Madrid se colocan en plano antes de empezar a unirlas y a coserlas.Yago Castromil Cedida por Loewe)El primer paso para hacer un bolso es construir su prototipo, “levantarlo” en tres dimensiones a partir de los bocetos que envía el departamento de diseño desde París. Lo hacen los modelistas en el taller de desarrollo, donde hay siempre un atento aprendiz de la escuela de Loewe. Javier Dorado, responsable de desarrollo técnico de artículos de piel y accesorios, entró en la fábrica hace 25 años y aprendió de los maestros más antiguos a “levantar” las piezas. Fue el modelista del Puzzle, un bolso de la casa de gran complejidad técnica, y ahora ha estado “dando soporte” a los compañeros que trabajan con el Madrid porque “las expectativas de diseño son muy altas”. Le gusta decir que su trabajo consiste en “aportar soluciones para convertir un boceto de papel en un bolso de verdad”.Los modelistas se encargan de levantar los prototipos. Yago Castromil Cedida por Loewe)Cortar la piel es quizás la parte más tensa del proceso. Todas las medidas de precaución parecen pocas. Para acercarse hay que llevar zapatos especiales de seguridad. Los cortes se hacen en pico y se emplea, más o menos, un metro de piel por cada bolso. Aquí se corta el 80% de la producción de Loewe para garantizar el control de la materia prima. Los cortadores saben cómo lidiar con las pieles, incluidas las exóticas, como la iguana o el cocodrilo. Su reto es transmitir su naturaleza en su máxima expresión, por eso intentan intervenirla poco, por ejemplo, teñirla pero no plastificarla. El teñido no modifica la materia prima, en cambio para plastificar se añaden pigmentos que alteran la transpiración del material. Cada pieza tiene su pasaporte que permite saber su origen y trazar el camino andado hasta llegar a la fábrica.Partes del bolso Madrid. Yago Castromil Cedida por Loewe)Los cortadores juegan al tetris con la piel para optimizarla. Se marcan las zonas defectuosas y se sortean con la máquina. Una vez cortada, la materia prima va a la zona de preparación, donde se rebaja su grosor —un proceso que se llama chiflado— para cumplir con los estándares de diseño. Luego se juntan el exterior y el interior. En el bolso Madrid ambos son de piel auténtica.En la línea de montaje se pintan y cosen los bolsillos, la parte exterior e interior del bolso ya con las cremalleras colocadas. Luego se unen los dos planos y el bolso se eleva y toma forma. Se coloca el fondo y se cose a máquina. La correa bandolera se coloca al final. María Soledad Rodríguez, con 39 años en la fábrica, es una experta en coserlas y rematarlas. Lo ha hecho para otros modelos, como el Flamenco o el Puzzle, pero el bolso Madrid tiene una bandolera complicada con dos extensiones. Bajo su mando trabajan varios aprendices. Pascale Lepoivre recuerda que durante la pasada década muchas marcas de lujo tuvieron que invertir en el entrenamiento de nuevos artesanos porque los oficios perdieron popularidad entre los jóvenes. “A Loewe no le ocurrió porque ya tenía su propia escuela en Madrid”, dice.La artesana María Soledad Rodríguez.Yago Castromil Cedida por Loewe)El bolso Madrid es una pieza con ciertas complicaciones de montaje. Sus formas exigen costuras perfectas y su diseño requiere troquelado. Estampar el logo de Loewe, que el bolso lleva por dentro y por fuera, es quizás la parte más solemne del proceso. Se hace silencio cuando la artesana estampa en la piel el legendario logo de la casa. En el mismo acto se graba un código más mundano y utilitario que revela la fecha y el fabricante, una información muy útil en caso de reclamaciones.Fabricación del bolso.
Yago Castromil Cedida por Loewe)Un bolso de Loewe se custodia y se considera patrimonio familiar. Si todo lo que hemos contado hasta aquí ha ido bien, el bolso Madrid debe superar el paso por el laboratorio de calidad. Algunas pruebas son muy duras. Por ejemplo, se examina la resistencia de las costuras. Para ello se mete peso en el bolso y se cuelga del mosquetón de una máquina que llaman “de fatiga”. El aparato en cuestión zarandea el bolso, sube y baja 36.500 veces durante 24 horas, el movimiento replica el uso que tendría el bolso durante 10 años. No debe perder la compostura.El bolso Madrid sometido a una prueba de calidad para evaluar su resistencia a las condiciones climatológicas Yago Castromil Cedida por Loewe)Otro test mide su aguante bajo condiciones extremas de frío, calor y humedad. Bajo una cámara de luz se valora la degradación del color de la piel y luego un robot simula el roce que sufren el cierre y las cremalleras con el uso. ¿Cuánto se supone que debe durar un bolso de Loewe? “Toda la vida, debe pasar de madre a hija y de abuela a nieta”, responde la responsable de este departamento mientras vuelve a poner en marcha la máquina de fatiga. Más adelante veremos una especie de UCI de bolsos de varias décadas de vida que están en plena restauración. A los marroquineros más experimentados se les confían estas joyas de la artesanía desgastadas por el tiempo y que casi siempre encuentran una segunda oportunidad.El bolso sometido a una prueba de fatiga y resistencia.Yago Castromil Cedida por Loewe)A la ciudad de Madrid, que ya tiene novelas, canciones, películas, un modelo de sandalias y otro de deportivas, le faltaba un bolso de lujo. Uno de Loewe, por pedir. Dice Lepoivre que Madrid ha sido la casa de la marca durante 180 años. “Este bolso tiene la elegancia clásica de la ciudad y rezuma su energía vibrante y generosidad. Puede contar todo el legado histórico de Loewe sin perder un ápice de ligereza y naturalidad”.El complemento de forma trapezoidal y con asa movible de dos cuerdas se avistó por primera vez en octubre de 2024 durante el desfile primavera-verano de Loewe en el castillo de Vincennes, en París. La prensa especializada escribió que recordaba a los modelos clásicos de la casa, entre otras cosas por el gran botón dorado que oculta un cierre magnético. De este taller salen cada día entre 15 y 20 piezas perfectas, probablemente eternas. La mala o buena noticia, según para quién, es que el día que visitamos la fábrica, y aún sin haber salido al mercado —el bolso empezó a venderse a inicios de abril—, la lista de espera ya superaba las 200 personas.

El secreto mejor guardado: nos asomamos al proceso de creación del nuevo bolso Madrid de Loewe | EL PAÍS Semanal
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