En semanas recientes se dio a conocer la historia de Jorge, un joven administrador originario de la Ciudad de México que perdió la movilidad en una de sus piernas y, por ende, las posibilidades de trabajar en el mediano plazo, tras un asalto y una negligencia médica en el Hospital Magdalena de las Salinas, también ubicado en la capital mexicana.

De acuerdo con reportes de medios de comunicación locales, el joven caminaba por las calles de la colonia Narvarte, en la alcaldía Benito Juárez, cuando una bala perdida de una balacera lo alcanzó accidentalmente.

Inmediatamente, Jorge acudió a un nosocomio privado, desde donde fue canalizado al Hospital Magdalena de las Salinas. Ahí, relata la víctima, la larga espera para ser atendido y el avance de la necrosis obligaron a que se le realizara una amputación.

Actualmente, Jorge atraviesa por una situación desesperada, pues asegura que la larga recuperación física y psicológica, sumada a todo lo que ha vivido en estos meses, ya mermó significativamente sus ahorros, además de que sus opciones laborales se redujeron considerablemente.

En los hospitales públicos de nuestro país se vive una situación crítica. Por un lado, la falta de insumos y medicamentos impide que los médicos puedan desempeñar su trabajo de la mejor forma. Por otro, el personal médico dice sentirse desamparado por el gobierno mexicano.

Mientras casos como el de Jorge son cada vez más frecuentes, aumenta la preocupación por el gremio médico, expuesto a riesgos de criminalización por el ejercicio de su profesión y amenazado por los constantes recortes presupuestales de la administración de Claudia Sheinbaum.

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